AGONÍA DE LA TIERRA


Al principio no sabía de mí,

 ¿quién era?

mi razón de ser desconocía,

vagaba en la oscuridad, plena de silencio, vacía,

hasta   el día, que el Creador supremo, posó sus ojos en mí,

y decidió entonces, ataviarme,

desplego un derroche de creatividad por siempre infinita,

ilumino mi rostro, calentó mi ser, con un sol resplandeciente, compañero fiel, nacieron así mis días y surgieron también   las noches,

las que adornó con destellos infinitos y me entregó a mi amiga, confidente, siempre cerca, brillante luna, que me arrullas noche a noche, meciendo con ternura mi espíritu: esas aguas que me cubren y sustentan la vida en mí.

Para la vida me creaste, por tanto, me hiciste abundar en toda planta,

 no escatimaste, no faltó fruto alguno,

gama infinita de sabores, colores y fragancias,

 trajiste con esta exuberancia más vida,

se llenaron los cielos, mares y toda mi plenitud de infinitas creaturas:

 frágiles y sobrecogedoras mariposas, solo tú podrías crear semejante belleza,

de aves inundaste los cielos, nacieron con ellas los cantos, la vitalidad, la alegría,

galopaban sobre mí, manadas inmensurables, seres poderosos, de todos los tamaños, colores, comportamientos. todos únicos, espectaculares.

En mis entrañas guardaste tesoros inimaginables, carbón, diamantes, esmeraldas y toda piedra preciosa, refulgían los ríos de oro, la plata y demás metales se entremezclaban dentro mío,

corría en mis venas petróleo, negro como la noche.

y cuando al fin, todo estuvo listo, vino entonces la culminación de tu creación:

mis hermanos mayores, 

aquellos destinados a cuidarme, a protegerme;

 por amor a ellos y para ellos fui creada,

para que en mi encontraran alimento, cobijo, salud, belleza y hasta inspiración para desplegar su arte y construirse una realidad cada vez mejor,

pero Dios mío, de tal manera extraviaron su camino,

se volvieron contra mí,

me despojaron, mataron sin piedad la vida en mí,

 mis entrañas arrancaron para tomar lo que sólo era para ellos,

golpeada, arrasada, me encuentro hoy,

de mi belleza pasada, aún quedan vestigios, recordatorios de tu creatividad y amor sin límites.

¡ayúdalos Dios ¡ a volver a la senda cierta, diles que me ayuden, que tengan piedad de mí, que muero cada día, que desfallezco, que sufro,

diles que no soy su madre, como algunos me llaman,

soy su hermana, la más pequeña,

ellos, mis hermanos, la humanidad entera, tenía que cuidar de mí, era su deber y su derecho y me fallaron,

desolada estoy Dios mío, no puedo más, extiendo mis manos hacia ellos para que me rescaten y mis dedos solo encuentran vacío y soledad,

los cuales ni siquiera sentí cuando vagaba sola sin saber de mí...

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